viernes, noviembre 24, 2006

  • Acceso a Sociedad Quinta Via
  • VOZ IP ¿oportunidad o peligro?

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    Fenómeno rupturista, revolución, cambio sin precedentes, el fin de los operadores tradicionales… Sobre la VoIP prácticamente se ha dicho de todo. Por lo general, desde perspectivas alarmistas que dibujan un mundo en el que siempre aparece como la hecatombe bajo la que perecerán todos los viejos dinosaurios de telefonía fija. Especialmente en Europa, donde los antiguos operadores tendrán que pelear con uñas y dientes para defender una tarta que mueve cien mil millones de euros año.

    Hasta qué punto la VoIP es una amenaza mortal para los operadores tradicionales, desde una perspectiva estrictamente económica? ¿En qué medida es una oportunidad, en lugar de una amenaza? Algunos estudios ponen de relieve que hay mucho de mito en el supuesto impacto negativo que la VoIP pueda tener en las compañías más asentadas. Más bien todo lo contrario. La voz IP puede ser utilizada a su favor como un arma para ser aún más competitivas, y como un contrapeso para ganarles el pulso a los operadores sin red o de nuevo cuño.
    Un informe reciente de la agencia de calificación de riesgo Moody’s echa por tierra muchos de los clichés que a lo largo de los años se han ido forjando alrededor de la Voz sobre Internet, y su hipotético impacto en las cuentas de resultados de los antiguos monopolios de telefonía fija. El grupo Moody’s, que se dedica a analizar las tripas de cada compañía y de su respectivo sector para determinar su calidad crediticia, es ante todo objetivo. Y lo que es más importante, por primera vez trata de cuantificar, con exactitud, el porcentaje de ingresos y el volumen absoluto en millones de euros que las operadoras fijas pueden perder debido a la VoIP.
    El título del informe –“VoIP, una amenaza margina”– es lo suficientemente evocador como para hacerse una idea de a dónde pueden ir a parar sus conclusiones, en contra de la opinión común y más extendida de que esta tecnología sería la puntilla definitiva que acabará con el dominio del que todavía disfrutan muchos viejos operadores. En España, sin ir más lejos, un estudio realizado por el grupo de expertos Gaptel, dependiente de Red.es, mencionaba hace dos años que con la VoIP los operadores tradicionales “podían perder su hegemonía” en favor de otro tipo de empresas, como los desarrolladores de software o de equipos donde residiera ese software.
    El principal problema estratégico que plantea la VoIP es la migración de negocio que se produce en la cadena de valor de las operadoras, hasta ahora instaladas en un mundo relativamente ideal. La voz IP convierte la voz tradicional en paquetes de datos que viajan a través de las redes. Es decir, desaparece la conmutación telefónica, sobre la que durante décadas las operadoras han estructurado su sistema de cobro, basado en los minutos de conversación (tanto hablas por teléfono, tanto pagas). La VoIP provocará, bajo esta óptica, una verdadera sangría de ingresos. Según estimaciones realizadas en su día por Gaptel basándose en proyecciones de otros analistas, hacia el año 2007 las grandes operadoras habrían perdido tres billones de minutos de facturación telefónica; es decir, el 75% de su fuente de ingresos en los servicios de voz. Las ofertas de minutos gratis (o basadas en tarifas planas) que existen ahora en el mercado ya no son algo anecdótico.
    Pero analizar el reto de la VoIP sólo desde el prisma de lo que se pierde aporta una visión parcial del conjunto del mercado. Moody’s insiste en que hay que tener en cuenta otras consideraciones.

    Una historia llena de asaltos
    La VoIP no es, aunque muchas voces la presenten como tal, el mayor y definitivo reto competitivo al que se enfrentan las operadoras tradicionales. Es otro más de los muchos asaltos comerciales a los que han tenido que hacer frente desde hace una década. De hecho, desde que se iniciaron los procesos de liberalización telefónica, paralelos en muchos casos al desarrollo de la telefonía móvil digital –la que posibilitó el boom celular–, el tráfico de telefonía fija, y por lo tanto el grueso de los ingresos de las operadoras tradicionales, ha ido disminuyendo progresivamente. Primero, por la reducción de precios que en muchos casos llevó aparejada la introducción de nuevos competidores en el mercado. Después, por la sustitución de las telecomunicaciones fijas por las móviles.
    Y la brecha seguirá abriéndose. Ahora, el grueso de los ingresos de los operadores dominantes sigue siendo la telefonía fija. Según estimaciones de Moody’s, muy atrás van a quedar los tiempos en los que las ventas de las operadoras de telefonía fija, por este concepto, superaban los cien mil millones de euros de forma agregada. En el año 2002, en plena vorágine de la liberalización de las telecomunicaciones, la facturación agregada del sector cayó, por primera vez, por debajo de esa barrera psicológica de los cien mil millones de euros. Tras un continuo goteo a la baja, para después del año 2010 la facturación agregada podría ya situarse por debajo de los 60.000 millones.
    La gran pregunta a la que han tenido que responder antes, y ahora, las operadoras de telefonía fija, es cómo rellenar esos huecos en la cifra de ventas que han ido abriendo todos esos fenómenos, de entre los cuales, el último es la VoIP.
    Al principio, la respuesta era intentar compensar la reducción de precios y la competencia del móvil con un mayor uso. Se esperaba que la reducción tarifaria, gracias a la elasticidad de la demanda, provocara un mayor volumen de minutos vendidos. De ese planteamiento, progresivamente, se fue pasando, sin embargo, a otro esquema: la banda ancha. Gracias a las conexiones de banda ancha
    –curiosamente las que permiten la VoIP y las que provocan la muerte del esquema tradicional de cobrar por los minutos que se hablan–,
    las operadoras están compensando en buena medida la pérdida de ingresos. El círculo puede llegar a ser virtuoso desde el punto de vista económico. La VoIP está despegando gracias a que está despegando el volumen de líneas de banda ancha, fundamentalmente de ADSL, pero son las operadoras tradicionales las que en mejor posición están para ofrecer líneas de ADSL y por lo tanto beneficiarse de los ingresos que generan esas conexiones, máxime si, además, por ellas circulan otros servicios junto a los de voz.

    Los pellizcos de Internet
    Las bondades de ese círculo virtuoso ya han empezado a dar sus frutos. Internet, espoleada en los últimos años por las conexiones de ADSL, ya supone un buen pellizco en la facturación de las operadoras telefónicas. Según datos de la Comisión del Mercado de las Telecomunicaciones (CMT), los ingresos por servicios de Internet (fundamentalmente conexiones) han pasado en España de suponer poco más de 750 millones de euros en 2002 a los casi 2.200 millones de 2005. Las líneas de banda ancha han pasado de apenas dos millones en 2002 a los más de cinco millones en la actualidad. Y todavía queda mucho recorrido en esa transformación. Por regla general, los ingresos de un operador tradicional con redes propias de telefonía fija vienen en estos momentos en un 50% de las comunicaciones de voz, tarificadas por tiempo, y en menos de una cuarta parte de las conexiones de Internet. Los expertos estiman que en menos de cinco años esa proporción se invertirá.
    Lo que subyace debajo de la trasformación tecnológica de la VoIP no es tanto una simple pérdida de ingresos para las operadoras tradicionales, sino una mutación radical en la forma que tienen de presentar sus servicios y cómo se cobra por ellos. Aquellas empresas que consigan adaptarse a la transformación sobrevivirán. Por lo tanto, las preguntas que el sector debe formularse no pueden quedar reducidas al maniqueísmo de VoIP sí o no. El planteamiento debe ser a qué velocidad tienen que adaptarse los nuevos operadores. En definitiva, qué tipo de inversiones deben realizar y a qué ritmo para ir migrando desde un modelo de facturación telefónica por minutos a otro totalmente distinto, de facturación por empaquetamiento de servicios en el que Internet y las comunicaciones de datos actúen de columna vertebral.

    Amenaza cierta pero no inminente
    Ningún experto en su sano juicio se dedicaría a ningunear la potencial amenaza que la VoIP supone para las operadoras tradicionales de voz fija. Pero donde no hay tanto consenso es en determinar si esa amenaza es inminente o todavía tardará un tiempo en materializarse en toda su extensión. Es aquí donde Moody’s consigue descafeinar a los alarmistas. Es cierto que la voz IP está creciendo a ritmos sensiblemente acelerados, pero su crecimiento no puede ser visto, al menos a corto plazo, con una verdadera alarma por varios motivos. El primero es que para que la VoIP pueda desarrollarse necesita que lo haga primero la banda ancha. Y este es precisamente el grifo que permitirá a los operadores tener en su mano el poder de maniobra sobre el nuevo flujo de negocio.
    Aparentemente, la VoIP se está desarrollando a ritmos muy elevados. Pero, hoy por hoy, sigue representando una porción muy reducida del conjunto de todas las transmisiones de voz. Apenas alcanza el 1%. La pérdida de ingresos que los operadores hayan podido sufrir por la migración de sus comunicaciones de voz hacia la VoIP se reduce, según Moody’s, a unos 150 millones de euros anuales como media para cada uno de las grandes compañías de telefonía fija. Es cierto, no obstante, que hay países donde la voz IP está adquiriendo cierta consistencia. Por ejemplo, en Reino Unido ya se han contabilizado unos 500.000 clientes de telefonía fija que usan habitualmente VoIP en sus comunicaciones, y en Francia puede haber una cifra similar o mayor. Por otra parte, cada vez hay más redes de VoIP funcionando.
    Con todo, el despliegue de la VoIP está constreñido a factores externos a esta tecnología. El problema para su crecimiento es que depende enormemente de la situación del mercado de banda ancha. Y éste deja mucho que desear. La base instalada de conexiones de banda ancha (verdadero cuello de botella que determinará la extensión definitiva de la VoIP) es, a pesar del boom de los últimos años, todavía muy reducida. Apenas cinco países en todo el mundo desarrollado superan una tasa de penetración en banda ancha del 15% de la población (Corea del Sur, Japón, Dinamarca, Holanda, Islandia y Suiza). La media de penetración en los países de la OCDE, que se presuponen son los más desarrollados económicamente en el mundo, apenas llega al 10%, cifra que no consigue superar la Unión Europea. Aunque hay excepciones, como Corea, con tasas de penetración que rozan el 25%, en el conjunto del los países desarrollados la banda ancha todavía no supone un caldo de cultivo suficientemente amplio para facilitar una explosión de la VoIP.
    Que no sea amenaza perentoria no quiere decir que se tenga que se ignorar al completo. Tarde o temprano, debido a la VoIP o a cualquier otra tecnología que surja, o simplemente por la dinámica de la competencia, las comunicaciones de voz se convertirán en un servicio si apenas valor añadido (lo que en términos anglosajones se denomina commodity). Por lo general, los operadores ya han ido tomando medidas. En muchos casos, han ido transformando sus redes hacia modelos basados en IP y hacia esquemas de mayor capacidad de transmisión, lo que en el futuro les permitirá ofrecer, si no lo están ofreciendo ya, mayor ancho de banda y por lo tanto nuevos servicios (acceso rápido a Internet, canales de televisión, video, tarifa plana de voz, o lo que genéricamente se ha bautizado como triple play). El empaquetamiento de servicios (con ofertas de tres servicios –triple play–, o de dos servicios –double play–), está al orden del día. La miríada de canales de televisión, por ejemplo, que se ofrecen ya a través de las redes de telecomunicaciones se cuentan por centenares.

    Ironías del mercado
    Es aquí donde entra en juego el componente de diferenciación comercial. En un sector que como el de las telecomunicaciones camina hacia la “comoditización” de los servicios debido a tecnologías que como la VoIP harán caer los precios a niveles ínfimos, la única vía de supervivencia será la diferenciación comercial. En este terreno, los operadores tradicionales tienen más poder.
    Aunque los nuevos operadores no encuentren barreras de entrada tecnológicas, siempre tendrán que invertir, poco o mucho, en su despliegue comercial y de marca, y es aquí donde las operadoras asentadas juegan con ventaja. Su imagen corporativa es, en muchos casos, y a pesar del proceso de liberalización que se ha producido en muchos países, mucho más potente y seria que la de cualquier nuevo operador. Basta mencionar el caso de Telefónica, que a pesar de todas las críticas, sigue siendo vista por los usuarios como la compañía de telefonía fija por antonomasia del mercado español, aunque haya otros actores como ONO, o en su día, Auna.
    El poder comercial de los antiguos operadores en el mercado es lo suficientemente abrumador como para estrangular cualquier iniciativa nueva que surja. En este sentido, casi siempre se ha sobreestimado la capacidad rupturista de las nuevas tecnologías, y se han infravalorado otros aspectos, por prosaicos que parezcan. Por ejemplo, un operador instalado durante décadas siempre está en condiciones de adaptar más rápidamente y mejor sus call centers o centros de atención al cliente –lo lleva haciendo durante décadas– para ofrecer nuevos servicios que un operador que nace desde cero. Su reconocimiento de marca siempre será mayor. Su habilidad técnica para empaquetar servicios también.
    Es sobre esta premisa sobre la que los expertos construyen sus teorías acerca del reducido efecto en márgenes que, al menos a corto plazo, tendrá la voz IP sobre los ex monopolios. Moody’s no oculta que la introducción de distintos modelos de tarificación que arramblen con la tarificación por minutos tendrá efecto en las ventas, pero todo depende de cómo éstas se rebalanceen con nuevos productos para no erosionar los márgenes. En conjunto, se calcula que, en el peor de los escenarios, los operadores sufrirán una erosión en sus márgenes de entre dos y tres puntos porcentuales, aunque el 10% de sus ventas esté directamente expuesto a la competencia de la VoIP.

    Esfuerzo financiero
    La migración hacia las redes IP no sólo se explica como apuesta comercial, sino también desde un punto de vista estrictamente financiero. Las redes IP son económicamente más eficientes y reducen costes, además de permitir mayor versatilidad en cuanto a la introducción de nuevos servicios multimedia. Los operadores dominantes, de esta forma, están respondiendo desde un doble flanco (más servicios y menores costes) a la amenaza que suponen tanto los nuevos operadores y en especial los operadores de cable. La adaptación escalonada de la red y sin grandes desgastes financieros es otro punto a favor de los operadores dominantes frente a los nuevos operadores.
    ¿Cuánto cuesta esa adaptación? En distintos foros, los operadores se han venido quejando –lo han hecho siempre durante años, como un deporte nacional– porque están realizando un gran esfuerzo financiero para adaptar sus redes a IP y al negocio de Internet en general y no siempre se benefician del todo. O al menos, dicen, hay otros grupos
    –los de contenidos– que se benefician más que ellos por un despliegue que al fin y al cabo realizan los operadores. Esto es una verdad a medias. El esfuerzo financiero que están realizando los operadores para adaptar sus redes es relativo. Entre otras cosas, porque el gran despliegue de redes y su actualización se hizo en años anteriores, entre 1995 y 2001, justo en el momento de la burbuja de Internet. Ahora, el despliegue que tienen que hacer sigue siendo considerable, pero menor. Se calcula que el esfuerzo financiero alcanza entre el 15% y el 18% de los ingresos, cifras que distan mucho del estándar del 20% o incluso más del 25% que se estima para operadores de nuevo cuño. Por otra parte, para llevar banda ancha hasta los hogares ya no son necesarios multimillonarios despliegues con tecnología de fibra, como hace años, gracias entre otras cosas al vertiginoso avance que se ha producido en el desarrollo tecnológico de la familia DSL.


    ¿Hacia el gratis total?
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    Porcentaje de operadores que ofrecen llamadas locales de fijo ilimitadas dentro de una tarifa plana, según tipo de tecnología. Datos en porcentaje con respecto a los 87 operadores analizados por la OCDE en 30 países.

    ADSL 32
    Cable 35
    Fibra óptica 29

    Fuente: OCDE “Working party on telecommunication en Information Services Policies”. Abril 2006.


    Más barato, más veloz
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    Los vertiginosos avances tecnológicos que se producen en telecomunicaciones son, sin duda, el principal reto al que se enfrenta un directivo del sector, que tiene que decidir si se apuesta por un determinado modelo o por otro antes de haber comprobado si tiene éxito o no. Pero a veces la tecnología también actúa a favor de los operadores asentados. Es lo que está ocurriendo con ADSL, una tecnología que permite reutilizar los viejos cables de cobre y competir en ancho de banda con redes de nueva generación, como la fibra óptica.
    ADSL ha sido como un gran maná caído del cielo para los ex monopolios: ha conseguido eternizar la vida del viejo par de cobre hasta el punto de hacerlo casi inmortal. ADSL o, más recientemente, ADSL 2+ permite llevar conexiones de banda ancha con velocidades de entre 8 y 24 Mbps, respectivamente, hasta el hogar y las empresas, sorteando así el costoso despliegue que supondría desplegar redes de fibra óptica de nueva generación. ADSL 2+ permite un nivel de capacidad aceptable incluso para el desarrollo comercial de un servicio de televisión con varios canales. No es de extrañar, por tanto, que sea la tecnología preferida por la mayoría de los operadores europeos, ajustándola a modelos de entre 10 y 12 Mbps con despliegues inferiores a dos kilómetros (la distancia entre la centralita y el cliente final).
    La gran ventaja de poder ir escalando la capacidad tecnológica es que evita grandes despliegues de red antes de que se compruebe que existe mercado para los nuevos servicios. Si el mercado, en el futuro, se decanta por la televisión multicanal de alta definición, entonces, las operadoras tendrán que empezar a escalar un peldaño más en la tecnología DSL e ir hacia el VDSL2 (Very-High-Data-Rate Digital Suscriber Line 2), o sencillamente a la fibra óptica. Pero entonces tendrán que asumir un coste de despliegue de entre 200 y 700 euros por hogar pasado, respectivamente.


    Todo IP
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    Número de redes IP autónomas (Autonomous Systems) en el mundo.

    1997 2.957
    4.172
    1999 6.017
    8.975
    2001 11.971
    14.031
    2003 16.087
    18.373
    2005 19.546

    Fuente: OCDE “Internet traffic exchange, market developments and measurement of growth”. Abril 2006. Datos a noviembre de cada año, excepto para 2005, a mayo.


    Más y más
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    Número de canales de vídeo que están disponibles de media según el tipo de tecnología. Datos en número de canales de televisión con respecto a las operadoras que ofrecen contenidos multimedia de los países de la OCDE.

    ADSL 35
    Cable 50
    Fibra óptica 30
    Satélite 50

    Fuente: OCDE “Working party on telecommunication en Information Services Policies”. Abril 2006.


    A que ‘juegan’ las operadoras
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    Operadores que ofrecen distintos tipos de servicio en un mismo paquete. Datos en porcentaje con respecto a los 87 operadores analizados por la OCDE en 30 países.

    Operadores que ofrecen "triple play" (datos, voz y vídeo) 48,56
    Operadores que ofrecen "double play" de datos y voz 29,33
    Operadores que ofrecen "double play" de datos y vídeo 10,11

    Fuente: OCDE “Working party on telecommunication en Information Services Policies”. Abril 2006.


    La fiebre se contagia al móvil
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    La telefonía móvil ha tenido siempre la virtud de ser un mundo mucho más cerrado que la telefonía fija. Entre otras cosas, porque los operadores celulares no han sufrido la misma presión regulatoria. Aunque ahora lo practiquen con menor intensidad, los operadores celulares siempre han sido dueños y señores de sus redes. Pero eso puede empezar a cambiar. La VoIP también ha empezado a asomarse al mundo celular y, aunque no parece una amenaza a corto plazo, en el futuro se vislumbran también un aluvión de tarifas planas para las comunicaciones celulares, como está ocurriendo con la telefonía fija. En definitiva, los operadores móviles también deben prepararse para un deterioro de sus márgenes.
    Cada vez son más numerosas las experiencias de compañías que, imitando lo que hizo Skype en la telefonía fija, están consiguiendo abrir ventanas de VoIP en las comunicaciones de móvil. El ejemplo es el grupo Jajah. En lugar de mirar para otro lado como hicieron las operadoras de fijo cuando empezó a surgir el fenómeno de Skype, las operadoras de móvil han decidido dormir con su verdugo –si no puedes con tu enemigo alíate a él, habrán pensado–. Es el caso de Hutchison, que ha llegado a acuerdos con Skype en países como Italia y Suecia, o TeliaSonera, en Dinamarca, que ha anunciado que pondrá en el mercado dispositivos de tercera generación con capacidad de transmisión IP. En todos los casos se trata de tanteos comerciales para comprobar qué cabida pueden tener en el mercado servicios como el de una tarifa plana para comunicaciones de voz con tecnología IP.